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Medición de la pobreza en la población indígena de México

12 mayo, 2020

Eleonora Nun, consultora internacional.

Photo: flickr.com/guerillagrrl/8317997617

La experiencia de medición de la pobreza multidimensional entre la población indígena en México parte de dos preocupaciones. La primera, es una preocupación general por la pobreza. Se constata que la prevalencia de la pobreza –y en particular de la pobreza extrema– entre la población indígena es sistemáticamente mayor a la del resto de la población, que abarca aspectos mucho más amplios que el ingreso y que se configura como una acumulación de desventajas que atenta contra el principio de la igualdad de derechos.

La segunda, es una preocupación por “lo indígena”, en el sentido de qué es lo que define a esta población. Aquí las hipótesis son que la población indígena trasciende a aquella que habla una lengua indígena como se había definido hasta el año 2010, que los índices de pobreza podrían variar según la definición que se adoptara de este grupo y que distintos aspectos del ser indígena podrían estar relacionados de manera diferente con las carencias experimentadas.
¿Cómo es que un atributo social llega a constituir un obstáculo para la plena realización de derechos? El enfoque de la pobreza multidimensional resulta adecuado para responder esta pregunta en tanto, al ser desagregable, permite observar qué aspectos de la condición indígena explican con mayor intensidad el fenómeno de la pobreza y cuáles dimensiones contribuyen a crear dicho fenómeno. Inversamente este análisis permite identificar cuáles son los atributos de “lo indígena” que permiten agrupar de mejor manera al grupo poblacional que comparte ciertas carencias.

Hasta el año 2010, en México existía una diversidad de fuentes de información estadística y de definiciones de población indígena. No había coincidencia entre las distintas instituciones del Estado respecto de que iba a considerarse como indígena y las instituciones, a su vez, habían variado en reiteradas ocasiones sus instrumentos de identificación a lo largo del tempo. Así, un primer paso, consistió en homogeneizar las preguntas sobre pertenencia étnica del Censo de Población y Vivienda y del Módulo de Condiciones Socioeconómicas de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (MCS-ENIGH). Gracias a la colaboración entre el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), se decidió que, además de las preguntas sobre lengua hablada, que desde hacía ya algunos años se utilizaban para identificar población indígena, ambos instrumentos incluirían una pregunta común sobre identificación étnica, siguiendo las recomendaciones de organismos internacionales.

Un primer hallazgo respecto de la pobreza indígena es que el ser indígena se asocia a condiciones de vida más precarias.

A partir de la información recogida en el Censo de Población y Vivienda 2010 y el MCS-ENIGH 2008, 2010 y 2012, se construyeron cinco categorías analíticas que conforman la población indígena: los hablantes de lengua indígena (HLI), la población en hogares indígenas, la población que se identifica como indígena, la población hablante de lengua indígena que vive en hogares no indígenas, y la población hablante de lengua indígena que no se considera indígena. Valiéndose de estos datos, se procedió luego a la caracterización de la pobreza entre la población general y la submuestra indígena, identificando tanto las especificidades que asume este último grupo respecto al resto de la población, como la heterogeneidad entre los grupos analíticos que la conforman.

Respecto de las diferencias entre la pobreza indígena y la de la población general, se observa que pese a presentar mayores carencias en todas las dimensiones, éstas han disminuido entre la población indígena a un ritmo similar que entre el resto de la población. Este grupo percibe sistemáticamente ingresos menores que los demás por empleos en sectores similares. Esto estaría sugiriendo que, mientras la inversión pública se ha focalizado de manera efectiva en los más pobres, en el mercado laboral operan ciertos mecanismos de discriminación en contra de la población indígena que determinan restricciones en el acceso a mayores ingresos. Este es un insumo de gran valor para la discusión de políticas públicas.

En relación con la definición de aquello que es constitutivo del ser indígena, las cinco categorías analíticas construidas a partir de la descomposición de este concepto son categorías empíricas, en tanto se observan importantes diferencias en las carencias que cada una de ellas experimenta. Mientras más estructural es el vínculo étnico –lenguaje contra identificación, por ejemplo–, mayor es la probabilidad de presentar carencias en una o más dimensiones. En efecto, entre los hablantes de lengua indígena (HLI) la prevalencia e intensidad de la pobreza son mayores, mientras que quienes se identifican como indígenas poseen características más cercanas a las del conjunto de la población. Esta metodología, al aportar indicadores de redes y cohesión social, permite además mostrar cómo incide el entorno en las carencias experimentadas en las distintas dimensiones, revelando las diferencias entre la población indígena que se concentra en territorios rurales y aquella que migró a las ciudades.

A modo de síntesis, el contar con una medición oficial de pobreza por adscripción étnica permite disponer de mediciones específicas, actualizadas y desagregables para las cinco categorías sobre su situación de pobreza a la vez que esta información alimenta el debate acerca de lo que es constitutivo del ser indígena.Todo lo anterior sirve como insumo para el diseño de políticas públicas más focalizadas y efectivas para la reducción de los niveles de pobreza multidimensional de los grupos indigenas.

 

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