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Sabina Alkire: “Necesitamos utilizar bien este trágico período”

4 agosto, 2020

En esta entrevista Sabina Alkire, directora de OPHI, habla sobre la pandemia COVID-19 y las formas en que los países podrían prevenir y mitigar su impacto en las personas que viven en pobreza multidimensional.

 

¿Cuál podría ser el posible impacto de la pandemia de COVID-19 en las vidas de personas en la pobreza multidimensional? Las personas en pobreza multidimensional ya viven varios problemas al mismo tiempo. Diferentes personas pueden tener distintas combinaciones de carencias, relacionadas con salud, empleo, educación o diferentes aspectos de su condición de vivienda, sus programas de protección social o su entorno o violencia.

Éstas ya llevan una carga con carencias, es como si sus brazos estuvieran llenos de diferentes cajas. No es solo una, sino que hay varias cajas diferentes que tienen que llevar todo el tiempo. Entonces, además de todo esto, llega COVID-19. Es una carga extra, es un peso extra, y por lo tanto es un impacto distinto al vivido por las personas que no son pobres.

COVID-19 impacta potencialmente a todos, pero si es su única amenaza, entonces una persona es capaz de tomar medidas: distanciamiento social, quedarse en casa, o modificando sus hábitos. ¿Pero qué pasa si también tiene varias otras presiones y su carga de carencias ya es pesada? Entonces, cuando añades COVID-19, las cosas se vuelven potencialmente muy peligrosas.

COVID-19 podría ser una amenaza crítica para un aspecto fundamental en la vida de la gente: su bienestar. Hay muchas formas diferentes en que la pandemia de COVID-19 afectará a los pobres además de la salud donde el impacto ya es bastante peligroso.

¿Por qué, en particular, los pobres son los más afectados por la pandemia?

Por un lado, el impacto de COVID-19 es mayor entre aquellos que tienen morbilidades básicas: condiciones de salud subyacentes como la diabetes, el asma o una enfermedad cardíaca. Estos tienen más riesgo, y la mayoría de las personas pobres pueden carecer de tratamiento.

Prevenir el COVID-19 también es más difícil para las personas que viven en situación de hogares intergeneracionales, y personas que viven en condiciones de hacinamiento en las zonas urbanas, donde es imposible la distancia social porque la casa es demasiado pequeña o no pueden lavarse las manos regularmente.

Otra preocupación, quizás especialmente para los pobres de las ciudades, es la pérdida de sus medios subsistencia para las personas que ya están en el mercado  laboral informal, o que tienen un trabajo sin ningún tipo de beneficios. Si pierden su medio de subsistencia y no tienen reservas de alimentos o ahorros, se verán profundamente afectados. También hay lugares donde hay distintos shocks al mismo tiempo como sequías, langostas, o conflictos, y además el COVID-19. Estos lugares se verán bastante afectados.

Otro grupo de países que se verá muy afectado será el de los que no tiene capacidad de testear y luego aislar a las personas con COVID-19, por lo cual el virus no puede ser diagnosticado y se propaga progresivamente.

Sabina Alkire, directora de OPHI.

¿Cuáles son los efectos a largo plazo de la pandemia que más le preocupan?

La pandemia, creemos, está iniciando una recesión, una desaceleración económica, que será profunda y duradera, tal vez más profunda y duradera que en 2008.

Los pobres serán los más afectados inicialmente y la preocupación es que si no hay respuestas proactivas, la desigualdad podría profundizarse.

El número de personas que viven en la pobreza podría remontarse a cinco o diez años atrás, y gran parte de los logros más difíciles, por los que muchos han trabajado, ya sea en África, Asia meridional o en diferentes partes del mundo, podrían revertirse.

No se da por sentado que eso vaya a suceder, pero en ausencia de una respuesta proactiva parece probable que la desigualdad aumente, que la pobreza aumente, que las divisiones sociales aumenten y que también surjan conflictos entre los grupos. Esperamos que eso no suceda, pero sin intervenciones proactivas, podría ocurrir.

En cuanto a las intervenciones, ¿qué pueden hacer los países para mitigar el impacto de la pandemia?

Todos nosotros todavía estamos aprendiendo mucho. Parece que los gobiernos que actuaron con rapidez, que testearon a las personas, que rastrearon y aislaron, parecen haber sido los que más éxito tuvieron en detener la pandemia.

También necesitan estimular la economía, ofreciendo apoyo, no solo a los trabajadores asalariados sino también a los trabajadores del sector informal y a las personas que han perdido sus medios de sobrevivencia, los trabajadores por cuenta propia y otros. Eso reducirá el impacto.

También es necesario monitorear y actualizar continuamente la situación de los pobres y los “nuevos” pobres. Las encuestas socioeconómicas rápidas son un comienzo, pero puede que no se puedan obtener indicadores claves de los nuevos pobres. Espero ver un estallido de innovación para que los gobiernos comprometidos obtengan la información que necesitan sobre las distintas carencias, para apoyar a los pobres.

OPHI está trabajando con algunos gobiernos para desarrollar un Índice de Vulnerabilidad Multidimensional (IVM), que identifica a las personas que probablemente se vean empujadas a la pobreza a causa del COVID-19.

 

¿Cuáles deberían ser las prioridades de los gobiernos y qué tipo de políticas deberían ser importantes aplicar para la población pobre durante el proceso de recuperación?

En términos de prioridades, la primera es lo que ya se ha hecho, es decir, apoyar el flujo de ingresos de los pobres o entregar donaciones. Otra necesidad urgente a corto plazo es controlar los precios de los alimentos porque va a haber una tendencia a la inflación. Si eso ocurre, los beneficios de las transferencias de efectivo podrían no servir, así que controlar la inflación es otra prioridad que es muy importante.

Habrá una necesidad de que sectores de la población se vuelvan a capacitar. Desde el turismo, por ejemplo, al sector agrícola, a los servicios, pasando por las artes creativas u otros medios de vida.

Es fundamental entender dónde será el próximo punto de crecimiento en la economía y cómo estimulamos nuevos trabajos significativos y dignos, que naveguen los cambios desde la inteligencia artificial, y se creen entendiendo todo el panorama de cómo está cambiando el mercado laboral mundial, y la incertidumbre actual por COVID-19.

Por otra parte, los gobiernos deben fortalecer los sistemas de salud, su propia comunicación, los sistemas de registro y estadísticas, los hospitales y los trabajadores de la salud pública. Los mensajes para evitar confusiones sobre COVID-19 son vitales.

Pero la prioridad más importante de todas es, en realidad, utilizar este trágico período para reducir la pobreza, para introducir un cambio permanente. Es un momento difícil. La pobreza parece estar aumentando e incluso las clases medias y altas pasan por un golpe económico. Sin embargo, si los gobiernos, junto con los grupos de ciudadanos y las empresas, utilizan bien sus recursos y tienen un mandato real y claro de la población, y si hay un liderazgo político para utilizar este período para reducir la pobreza, entonces realmente podríamos repuntar. Algunos de los peores tipos de indigencia y dolor humano que vemos ahora, la miseria, podría ser realmente erradicada para siempre. Ese sería nuestro mejor escenario.

OPHI ha hecho un llamamiento a la acción, ¿qué respuestas ha recibido y qué proyecto o actividades centradas en el impacto de la pandemia están en marcha?

Nos inspiran las palabras de Amartya Sen, quien observó que en el Reino Unido, durante la Segunda Guerra Mundial, hubo una disminución de la disponibilidad de alimentos, pero durante esta época de escasez de alimentos, los gobiernos emitieron políticas de racionamiento. Durante la década anterior a la guerra, la esperanza de vida de los hombres había aumentado en 1,2 años, pero durante la década de la guerra, la esperanza de vida de los hombres aumentó en 6,5 años y la de las mujeres en 7. Es decir que, durante el tiempo de racionamiento, con menos alimentos pero mejor distribución, los resultados de salud de las personas mejoraron.

Nuestro llamado a la acción está motivado por ese ejemplo histórico. Aunque Sen también mostró otros contextos donde las políticas públicas fallaron en entender el momento. La situación actual también es muy difícil: ¿podríamos hacer algo similar? Los gobiernos que están utilizando los Índices de Pobreza Multidimensional (IPM), muchos de los cuales son miembros de MPPN, están perfilando y utilizando el trabajo existente que han realizado con los IPM en su respuesta al COVID-19. Están seleccionando a las personas beneficiarias debido a que ya han sido identificados como pobres por IPM.

Están analizando los datos de registro existentes para identificar nuevos hogares que probablemente sean vulnerables, porque es probable que hayan perdido sus medios subsistencia.

Están invirtiendo en ayudas –pagando las facturas de agua y electricidad– que aliviarán el impacto del COVID-19 en los pobres.

Y están alertas a los “nuevos” pobres.

Por último, OPHI está trabajando con algunos gobiernos para desarrollar un Índice de Vulnerabilidad Multidimensional (IVM), que identifica a las personas que probablemente se vean empujadas a la pobreza a causa del COVID-19. Podemos hacer esto con la medición o microsimulaciones donde se simula el impacto que los aumentos en el desempleo, la inseguridad alimentaria, entre otros, tendrán en la pobreza, no solo a nivel nacional, también de acuerdo a diferentes regiones, o para los niños o diferentes grupos de población.

Los IVM no dan los nombres y las direcciones de las personas involucradas, pero le entregan a los responsables de las políticas públicas una idea de dónde deben inyectar nuevos esfuerzos y recursos para asegurarse de que estos escenarios simulados no se produzcan.

Para reducir la pobreza cuando los recursos son escasos se requieren datos. Muchas de las encuestas de hogares que entregan normalmente datos sobre la pobreza ya no están en terreno. Existe la necesidad real de encuestas y datos a distancia para complementar la mayoría de nuestros datos de registro o datos satelitales y de gran tamaño, para tratar realmente de entender las configuraciones de las carencias que las personas están enfrentando y priorizar la respuesta del gobierno. El sector privado y los ciudadanos también pueden participar.

Es un momento muy complicado para los gobiernos, por lo que cuanto mejor podamos entregar información eficiente y precisa sobre la pobreza, más podrán reducir la pobreza con recursos fiscales muy limitados. Por lo tanto, otro objetivo de esta comunidad de personas que trabajan en la pobreza, debería ser crear un cambio en la recopilación, diseminación y uso de datos sobre pobreza multidimensional.

El uso de medidas de pobreza multidimensional significa usar información precisa sobre las cargas de carencias de las personas en pobreza. Esto contribuye a un diagnóstico eficiente y permite que todos los agentes comprendan dónde los recursos limitados tendrán un mayor impacto en términos de las capacidades de las personas.

 

 

Este artículo fue publicado en Dimensiones 10.

 

MPI Multidimensional Vulnerability