La Agenda 2030 estableció objetivos claros para el desarrollo sostenible. Para «poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo», los países deben garantizar mejoras a largo plazo en múltiples ámbitos de la vida, como lo son: la salud, la educación, los estándares de vida, y el empleo, entre otros. Esto requiere que los gobiernos vayan más allá de la reducción de las privaciones severas, y trabajen para garantizar la mejora de los medios de vida para todos[1].
Las repercusiones de la actual pandemia del Covid-19 se nos presentan cotidianamente de múltiples maneras. Del mismo modo, los adversos efectos sociales de las crisis asociadas a la pandemia han alterado ya los avances en la reducción de la pobreza de múltiples maneras. Ante esta nueva coyuntura, un Brief de OPHI analiza las tendencias y proyecciones recientes de la pobreza multidimensional en los países de América Latina y el Caribe (ALC).
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) llaman a la comunidad global a “terminar con la pobreza en todas sus formas y dimensiones, en todas partes” (Objetivo 1), y especifican una meta clara: “antes de 2030, se busca reducir por lo menos a la mitad el número de hombres, mujeres y de niños de todas las edades que vivan en pobreza, en cualquiera de sus dimensiones, según las definiciones nacionales” (Meta 1.2). Incluso antes de la formulación de los ODS, pero igualmente alineados con ellos, un número creciente de gobiernos comenzaron a utilizar Índices de Pobreza Multidimensional nacionales (IPM nacionales) para medir las diversas privaciones superpuestas que afectaban a la gente en distintos países.
Cuando distinguidos líderes mundiales se reunieron en un evento paralelo de alto nivel en la Asamblea General de la ONU, dieron a conocer muchas ideas sobre la encrucijada de la pobreza. Mientras la pandemia continúa su paso desolador por el planeta, en la reunión se escucharon potentes mensajes llamando a la reflexión, al liderazgo, la colaboración y la esperanza.