Iván Ojeda, licenciado en Administración por la Universidad Nacional de Asunción y especialista en Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública por George Washington University, es el primer director del recién creado Instituto Nacional de Estadísticas de Paraguay. Al aceptar este nombramiento, Ojeda se hizo cargo de un doble desafío: fundar esta nueva institución y apoyar el proceso de elaboración del nuevo Índice Nacional de Pobreza Multidimensional (IPM) en Paraguay. En esta entrevista nos habla sobre los principales retos en la creación del IPM de Paraguay y de su importancia para las políticas públicas.
La pandemia del COVID-19 se desató por el mundo de forma sorpresiva. En Sudáfrica, el primer caso de COVID-19 se registró en febrero de 2020. Al mes siguiente, el Presidente de la República declaró el estado de desastre nacional en el país, y, a fin de marzo, Sudáfrica comenzó una estricta cuarentena. La pandemia del COVID-19 amenazaba con provocar efectos devastadores en Sudáfrica, especialmente en las comunidades más vulnerables. Se requería de una respuesta focalizada para saber dónde se encontraban las poblaciones que se verían más afectadas por el COVID-19. Para ello, se inició una investigación con miras a identificar a las personas en riesgo múltiple, y desarrollar una herramienta de visualización geográfica[1].
Tras el éxito en la elaboración del IPM Infantil en Tailandia en 2018, la Oficina del Consejo Nacional de Desarrollo Económico y Social (NESDC) dio un nuevo paso en 2019, con la creación del Índice Nacional de Pobreza Multidimensional (IPM Tailandia) que será una medición oficial adicional de la pobreza general del país, y que también servirá para supervisar el progreso de los ODS, especialmente el ODS 1.2.
En el año 2015 se establecieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible con la consigna central de No dejar a nadie atrás. Desde su creación en 2010, el Índice de Pobreza Multidimensional global, elaborado junto con la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ha hecho un seguimiento de las diversas dimensiones en las que los pobres experimentan privaciones. El índice no deja a nadie atrás al poner de manifiesto la forma en que las personas experimentan la pobreza.
Hace más de una década, Sabina Alkire y James Foster desarrollaron el método Alkire-Foster (AF), una técnica flexible para medir la pobreza multidimensional, la desigualdad y el bienestar que va más allá de los enfoques unidimensionales para medir la pobreza, como el ingreso o el consumo. Desde entonces, el método AF ha sido ampliamente utilizado por gobiernos, agencias de desarrollo, ONG e incluso el sector privado para construir medidas multidimensionales basadas en las experiencias y valores de las personas, adaptadas a contextos específicos. Estas medidas multidimensionales han demostrado ser herramientas poderosas para diseñar y coordinar políticas, asignar recursos e identificar a los beneficiarios.